sábado, 30 de abril de 2011

¿Merece la pena comprar una heladera?

Todos los años, por estas fechas, aparecen en diversas tiendas las típicas ofertas temporales de heladeras que si no te das prisa, a la semana siguiente ya se las han llevado todas. En España tenéis el Lidl para este tipo de ofertas de todo tipo de aparatos domésticos entre otras cosas, aquí en Holanda hay bastantes comercios que ofrecen productos de forma temporal y dependiendo de la temporada. Es decir, que si no la has visto en el catálogo del Lidl, seguramente que te la topas en el Blokker, y si no, como yo la semana pasada, en el Trekpleister.
A mí nunca me había acabado de convencer lo de comprar el cacharro ese, ya que es lo mismo de siempre: no cabe en la cocina, hay que buscar un estante para guardarla, luego te da pereza sacarla para usarla y se queda ahí enclaustrada por los siglos de los siglos, etc etc. Además, la duda cartesiana y esencial de: qué puede hacer ese aparato que no pueda hacer yo misma mezclando a manubrio los ingredientes y luego metiéndolos en el congelador corriente y moliente. Peeero... hete aquí que la semana pasada, en un arrebato, me compré una que vi en el Trekpleister por 15 euros.
El aparatejo en cuestión consta de una cubeta en la que cabe 1 litro de helado y una tapadera en la que va el motor, por lo que no se puede sumergir en agua, pero que tiene 2 elementos desmontables: el brazo mezclador y la cubierta de plástico, que sí pueden y deben lavarse después del uso.
Según las instrucciones, la cubeta tiene que permanecer en el congelador un mínimo de 18 horas antes de utilizar la heladera, ya que el liquidillo que tiene dentro tiene que estar convertido el hielo a la hora de mezclar los ingredientes del helado. Y es que la cubeta es como una de esas almohadillas rellenas de agua, normalmente de color azul o transparente (¿alguien las ha visto alguna vez de color rojo, amarillo o verde, por ejemplo?), que hay que introducir en el congelador al menos un día antes de utilizar la nevera portátil.
Una vez congelado el líquido del interior de la cubeta, introducimos los ingredientes y la dejamos girar unos 20 minutos hasta dejar una crema semi-congelada. El último paso sería meter esta crema en la nevera durante una media hora, y ya podemos degustar nuestro helado hecho en casa.
Como vemos, utilizar la heladera no es difícil. El tema es más bien, con qué elementos usarla, o lo que es lo mismo, en internet y en el librito que viene con el aparato vienen como 1000 recetas diferentes y ninguna se parece. Unas llevan yogur, otras yemas de huevo, otras nata y otras leche. A partir de ahí, se trata de experimentar con varias "recetas básicas", a base de yogur, leche, nata o lo que sea. Y una vez descubierta la que mejor nos va o más nos gusta, sería cuestión de ir experimentando varias combinaciones de sabores posibles con diferentes bases. Y luego, por supuesto, no quedarse estancado en el helado de fresa-vainilla-nata-chocolate, sino dejarse llevar por la imaginación y explorar todo el mundo de posibilidades que nos ofrece tener un trasto en el que tú eliges el sabor de entre todos los sabores del mundo, no sólo de entre los que están en el refrigerador del supermercado. Yo realmente todavía no sé decir si merece la pena o no comprar el aparato. Como todo el arsenal de aparatos y utensilios para la cocina, seguro que los resultados, si sigues las instrucciones y le pillas el punto, siempre son cuanto menos satisfactorios. El caso es que llegues a usarla y a amortizarla, y que después del primer furor inicial, no se quede ahí por lo siglos de los siglos arrinconada, silenciosa y cubierta de polvo cual arpa de Bécquer.

Para que no se vuelvan a perder

Harta ya de tener 1000 trozos de papel, archivos de word perdidos en el ordenador, hojas sueltas en libretas y agendas que nunca vuelvo a encontrar... Y justo el día en que voy a hacer la empanada de bonito (tal que hoy)... ¿dónde leches está la receta? Pues a partir de ahora ya no se pierden más!! (bueno eso si me acuerdo de copiarlas aquí desde los 1000 trozos de papel, etc etc.

Soufflé de queso

Soufflé de queso

1/3 de taza de harina de trigo
1 1/4 tazas de leche
1 taza de queso curado rallado
3 huevos, separados
2 cucharadas de eneldo fresco picado
2 cucharaditas de queso parmesano rallado
sal y pimienta


Precalentar el horno a 200º C. Derretir en una olla grande la mantequilla y añadir la harina. Cocer durante 2 min., removiendo constantemente. Incorporar la leche poco a poco, removiendo. Cocer a fuego lento. Dejar enfriar.
Agregar el queso, las yemas de huevo, el eneldo y los condimentos en la salsa. Batir las claras de huevo, con una pizca de sal, hasta que estén espumosas. Añadir 1/4 en la salsa de queso, mezclar con el resto.
Engrasar un molde apropiado o 6 moldes pequeños y espolvorear el parmesano. Hornear durante 15-20 min. hasta que el / los soufflé(s) se levanten y se doren.