jueves, 19 de abril de 2012

Arroz con leche, me quiero casar...

Pensándolo bien, va a ser que no, que sólo quiero aprender a hacer el arroz con leche :))

Es que así es como empieza aquella canción infantil de mi época: "Arroz con leche, me quiero casar con una señorita que sepa coser, que sepa bordar, que sepa la tabla de multiplicar". Nunca entendí esta canción. Yo lo de coser y bordar mejor ni mencionarlo, y si alguna vez supe la tabla de multiplicar sin contar con los dedos por debajo de la mesa, debí de olvidarla bastante rápido. Creo que se me pasó añadirla al back up de los 30... o de los 20... o quizás al de los 16... Cosas que pasan. Pero que esto fuese tan importante para el protagonista de la canción como el coser o el bordar ¿y qué tendrá que ver el arroz con leche con todo lo demás? mira que la del cocherito era surrealista, y la de cu cú cantaba la rana todavía más, pero esta ya... pa qué contar.

El caso es que -¡¡que siempre me enrollo!!- después de algunos estrepitosos fracasos, intentos fallidos y pruebas no superadas, estuve estas Navidades en Alemania y allí tuve el gusto y el placer de tomar de postre un arroz con leche. Esto fue concretamente en el pub Splitz en Colonia, por cierto un café muy bueno para comer algo de estilo plato combinado. Estaba un poco alejado del Alter Markt (la versión alemana de la Plaza Mayor) donde se concentran la mayoría de los bares y restaurantes, pero al final decidí darme el paseo porque lo que anunciaba la carta era bastante tentador: platos típicos de salchichas alemanas, puré de patatas, chucrut y otras especialidades 100% teutonas.

Por si todo lo demás no fuese poco y no acabe uno con el duodeno rebotando contra el píloro después de darse el homenaje, para remate un arroz con leche estilo germano. O como prometía la carta en inglés (la versión alemana decidí ignorarla desde el momento en que entré por la puerta) "grandma's rice pudding", o sea el arroz con leche de la abuela. Y realmente el plato era un arroz con leche de estilo tradicional, no frío de la nevera sino servido ligeramente tibio y espolvoreado con canela. Incluso Robert, al que oficialmente no le gusta el arroz con leche en ninguna de sus versiones ni nacionalidades, le dio el visto bueno después de haber probado una cucharada.

En la foto puede apreciarse que el arroz está suelto con respecto a la leche, no forman una unidad pastosa que se te hace engrudo en la boca. Sin embargo, el arroz estaba blando y relativamente compactado. Yo, como asturiana, estoy acostumbrada al arroz con leche de mi tierra, que queda como hecho una pasta o natilla espesa en la que no se sabe dónde acaba el arroz y empieza la leche o viceversa. A mí este me gustó por eso, porque era tal cual indica su nombre, arroz y leche. Y tampoco tenía la típica forma asturiana, que si le das la vuelta al molde donde te lo sirven, lo puedes desmoldar como si fuese un flan de lo compacto que está. Este se notaba que lo habían cogido de otro molde mayor como si fuese un puré. Es decir que si el asturiano queda más bien como un flan de arroz, este sería más bien unas natillas.

Hasta el momento he hecho varias tentativas alternativas de diversas recetas de arroz con leche, ninguna de las cuales estaba a la altura del pudding este de la abuela (estos alemanes, siempre tan apañados):

Las primeras veces lo intenté con la olla rápida, una opción que es fácil, indudablemente rápida y aséptica. Si no fuese porque la leche se sale por la válvula de la olla y luego se queda la telilla de nata allí atrapada hasta que tengas a bien desatornillarla y limpiarla. Y además, la leche no acaba de adherirse del todo al arroz.

Luego lo intenté con el arroz especial para postres (es un arroz que está como semi triturado en cachitos muy pequeños) y queda bien cuando el arroz aún está caliente. Pero en cuanto se va secando, se convierte en un mazacote que casi hay que partir con cuchillo y tenedor.

Entonces me dediqué a buscar versiones más tradicionales, como la de mi libro "La cocina tradicional asturiana", en el que viene eso de cocer a fuego lento durante 2 horas. Tanto tiempo me parecía un soberano coñazo, así que lo intenté antes con el de la receta de Isasaweis, que era sólo una hora. Un desastre completo porque la leche se me acabó a los 20 minutos, me aburrí de seguir removiendo a los 35, y además había tanto azúcar que tenía un sabor incluso como un poco picante.

Lo que sí está bien con esta receta es que el proceso físico-químico o lo que sea que pasa cuando se está haciendo arroz con leche, se cumplió. Es decir hay un punto en que la leche se empieza a espesar y se queda como una crema (cosa que no pasa con la versión de la olla express porque la leche sigue quedando líquida, ni con el arroz para postre, porque el arroz absorbe todo el líquido). Y esto sí pasa con la receta de Isasaweis.

El único "inconveniente" es que los granos de arroz quedan como perdigones (aparte de que habría que revisarle la cantida de azúcar, porque yo creo que le sobra como la mitad y eso que soy golosa).
Después de tales estrepitosos fracasos (bueno, fracasos del todo no, porque no recuerdo ningún arroz con leche que haya tenido que tirar... me los he acabado echando todos al coleto) he leído por ahí miles de recetas alternativas de arroz con leche que llevan otros ingredientes como leche condensada, yema de huevo, mantequilla... de momento con estos todavía no he experimentado, sigo probando con los 5 elementos fundamentales: arroz, leche, palo de canela, limón y azúcar.

Ahora la próxima que me queda es buscar en alemán una receta de arroz con leche germánico y pasarlo por el google translator :)))

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